martes, 27 de marzo de 2012

Sangramos tinta

Me di cuenta de que tu cuaderno hablaba solo cuando lo abrí por vez primera. Soltaba unas frases inconexas porque por fin había enloquecido.
Ya no hablabas con él. 
Lo consolé haciéndole caricias con una pluma cara, dibujando corazones y otras cosas bonitas. Le dije que hablaría contigo para que no se sintiera mal. Pero me temía que todo fueran acciones inútiles.
Cuando te conté que estaba enfadado, loco y frío sobre el escritorio te dio igual; alegabas falta de tiempo, manos vacías, nada en los bolsillos y drogas.
A esas alturas, yo ya sabía que nunca volverías a hablarle, a darle calor, así que me lo llevé conmigo.
Le oía gritar en sueños todas las noches. Despertarse sudando tinta y pidiendo cosas que solamente tú podías darle. Me suplicaba que lo quemara.
Nunca supe que hacer con él.
Ya oigo como empieza otra vez.








Cenizas

martes, 13 de marzo de 2012

Hasta el cuello

Estaba sentada en la mesa de la cocina con unas tijeras, cortándome las uñas.
Llevaba más de un mes sin salir de allí, sobreviviendo a base de latas sin etiquetas, que abría sin pensar que estaría desatando. una de aquellas latas podía ser mi caja de Pandora.
Clac.
Un ínfimo trocito de mi se despegaba para no volver
Clac.
¿Tengo el pelo demasiado largo?
Clac.
Necesito.
...
Cuando volví a mirar me había seccionado la mitad del dedo índice. La escena quedaba enmarcada por una luz mortecina que entraba por la ventana.
Clac.
Nunca más podría volver a señalar con el dedo.
De pronto alguien abrió la ventana.


Cuando Alaine cogió la caja que llevaba escondida bajo llave cerca de tres generaciones, no consiguió descifrar la inscripción, apenas visible, que auguraba un funesto sino para aquel idiota que decidiera adentrarse en sus misterios.
La curiosidad llevaba torturándola cerca de una semana.
Tiró de la tapa y las bisagras gimieron con gusto.
Alaine fue abriendo la boca conforme levantaba la tapa, al tiempo que los goznes chillaban, haciendo que aquello pareciera terriblemente macabro, como si fuera su propia boca lo que no debía haber abierto.
La impresión la tiró para atrás. Una mano sin dedo indice se aferraba a los bordes. Se asomó una cabeza.
-Mi niña, ¿tengo el pelo demasiado largo?








Sleep with one eye open.