martes, 27 de marzo de 2012

Sangramos tinta

Me di cuenta de que tu cuaderno hablaba solo cuando lo abrí por vez primera. Soltaba unas frases inconexas porque por fin había enloquecido.
Ya no hablabas con él. 
Lo consolé haciéndole caricias con una pluma cara, dibujando corazones y otras cosas bonitas. Le dije que hablaría contigo para que no se sintiera mal. Pero me temía que todo fueran acciones inútiles.
Cuando te conté que estaba enfadado, loco y frío sobre el escritorio te dio igual; alegabas falta de tiempo, manos vacías, nada en los bolsillos y drogas.
A esas alturas, yo ya sabía que nunca volverías a hablarle, a darle calor, así que me lo llevé conmigo.
Le oía gritar en sueños todas las noches. Despertarse sudando tinta y pidiendo cosas que solamente tú podías darle. Me suplicaba que lo quemara.
Nunca supe que hacer con él.
Ya oigo como empieza otra vez.








Cenizas

No hay comentarios:

Publicar un comentario