viernes, 22 de junio de 2012

El camino que todos recorremos

-¿Y que le cuento yo entonces a mi familia?
-Cuéntales la verdad, que no valen ya de nada sus sentimientos, que tu deseo es acompañarme. Es la única oportunidad de no perderte en el camino. 
Mi silencio le hizo entender que las dudas se habían atesorado en mi interior.
-No les digas nada. Ellos entenderán.
Engañada y aturdida, dolida y enfadada, me arrastré por los pasillos de mi casa hasta la puerta. Estaba abierta como en un sueño. 
Las cortinas azuladas se movían al son de un viento de extraña procedencia.
Aquel hombre me esperaba en la puerta. 
No estaba definido, no tenía miedo.
Me agarró del brazo y empezamos a andar calle arriba. Hacia caminos desconocidos.
-Una vez me dijeron que aquel que no tiene miedo es libre.
-El que no tiene miedo está muerto.
-¿No es lo mismo? 
-La muerte no es más que cuestión de tiempo, quien teje los hilos de tu final es él y no otro. El amor  lo encuentras con el tiempo, cuanto mas te aferras a las personas de tu alrededor mas cariño y afecto las tienes. La libertad depende del tiempo, somos esclavos de los segundos, de los minutos, de las horas.
-Entonces el tiempo es miedo. 
-No querida, el tiempo es lo que pasa.

lunes, 4 de junio de 2012

Alí, para siempre.

Shelil podía andar sobre el agua.
Si hubiera intentado cruzar un lago paseando, habría dejado a las gentes asombradas.
Sus pies se habrían apoyado sobre la superficie sin siquiera turbarla, y paso a paso habría llegado a la otra orilla con los pies secos.
Es una lastima que nunca en toda su vida descubriera aquel maravilloso don.
Shelil pertenecía a una tribu nómada que vivía en mitad del desierto desde que él podía recordar, y allí las extensiones de agua solo le interesaban para seguir vivo.
Dedicaba su vida a correr con los otros niños, tirarle del pelo a las niñas y lanzar piedras a animalillos que se cruzaban por las dunas.
Shelil murió unos meses mas tarde de cumplir los 35 años. Su cadáver se secó al sol junto con los del resto de los miembros de su tribu.
Aunque eso él no lo sabía, como el hecho de que fuera el único ser humano que podía caminar por el agua.
Nunca vio el mar, pero aprendió a caminar sobre un océano de arena.








The last chance