domingo, 18 de diciembre de 2011

María

Todas y cada una de las mañanas que María García se levantaba de la cama pensaba que nadie sabía que existía.
Y esto era completamente cierto. 
Sus padres no hablaban con ella, bien porque no tenían nada que decir o porque no estaban allí para hablar con María.
Era tan normal y tan corriente como su nombre. Tenía el pelo castaño, ni largo ni corto, ojos pequeños, no de un color bonito. Era bajita pero no mucho y siempre llevaba los mismos pantalones.
En clase la golpeaban con mochilas al salir. Cuando repartían los exámenes siempre le faltaba un folio.
No tenía amigos. Ni amigas. 
Solía quedarse encerrada en sitios porque la gente no sabía que ella estaba allí.
Pensaba que era invisible.
Tanto fue así que una mañana se despertó y notó que le estaban desapareciendo los dedos de las manos. Y los de los píes.
Pasado un mes había desaparecido por completo. Ya no se veía en los espejos.
Ya no llevaba pantalones. 
Tampoco iba clase. No salía de casa.
Como no sabía dónde tenía el estómago tampoco comía.
Como no sabía dónde tenía el cerebro tampoco pensaba. 
De modo que se dejó caer como inerte en el suelo.
Sigue tirada en su cuarto dónde sus padres no la buscaron.
Actualmente, todo está lleno de cadáveres invisibles que te rodean. Tirados en el suelo de tu clase, o en el suelo de tu baño.
Gente que no pudo encontrar su boca para decirte Hola.








Everybody dies alone

3 comentarios: