viernes, 8 de abril de 2011

La voluntad de un cadáver

Lo primero que noté fueron mis pies. Realmente solo era consciente de uno de ellos, el otro a penas podía sentirlo.
Sonó el graznido de un cuervo. Entonces sentí mi pecho que algo me daba pequeños tirones.
No podía ver más que un trozo de suelo, pues tenía el cuello completamente hacia atrás. Debía estar en una especie de bosque, o un jardín.
Los brazos si podía moverlos. Me los lleve en dirección a la cabeza. Mi cuerpo describía un arco perfecto. Intenté incorporarme.
El cuervo estaba comiéndose pequeños jirones de mi misma. Parecía estar pasándoselo realmente bien, daba saltitos alrededor de un tremendo agujero. A penas quedaba carne en algunas costillas.
Lo espanté. No sirvió un simple manotazo. Me pellizcó en el antebrazo.
Me puse en pie, aun agarrándome la cabeza, el cuello no me aguantaba la cabeza. Mi pie derecho estaba en una posición desconcertante. El cuervo se posó sobre mi cabeza.
- ¿Por qué han abandonado mi cadáver?
Me llevé la mano al agujero del pecho. Algo olía fatal.
Sobre lo que había estado apoyada resultó ser una fuente.
Sonreí. Mi cuerpo había sido el recipiente y mi sangre el agua, todo para el cuervo. Allí desde mi cabeza, empezaba a manejar la situación. Graznó de nuevo.

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