domingo, 21 de agosto de 2011

Disimula, no te perdono pero el tiempo dirá

Alzó una mano y la miró a contraluz. Sus dedos finos y largos removían las motitas de polvo que no cesaban de moverse, al parecer, interesadas en aquellos dedos tiesos.
Su piel estaba perdiendo el pelo. Caían. Se amontonaban. Sus poros se cerraban. Estaba lisa.
Sus ojos estaban cambiando. Un material duro sustituía las blandas corneas. Era casi como cristal. Que maravilla. 
Estaba extasiada. Todo funcionaba. Cada detalle de su cuerpo se definía, como bordeada de negro. Sus recuerdos la dejaban tranquila. Disfrutando de cada instante que pasaba a ser eterno en un segundo. 
- ¿Ya sabes cual es la respuesta a mi pregunta?
Al hablar descubrió que su lengua y su boca estaban secas. Pero con una extraña facilidad para moverse. Cuando habló, halló su voz como una melodía de flauta travesera. Notaba su cuerpo tan vacío como lleno. 
- Supongo... que... aún no.
Su mano no se cansaba de estar ahí arriba, con indiferencia. Moviendo esos dedos con afán de lucro, ¿cuanto polvo podía coger con una sola mano?. Le pareció un cálculo dificilisimo.
- Si te tumbas va saliendo todo el agua. Con el resto ya veremos lo que hacemos. 
- Oh Dios, te echo de menos.






Friendship never ends, JA

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