martes, 18 de octubre de 2011

Hoy va a ser el día.

Aquella noche estaba preparada para enfrentarme a ella. Me senté y aparté la tela y allí la tenía. Deslumbrante, perfecta, mirándome con sus ojos directamente a los míos. Estaba demasiado cerca. Su desprecio me hería como un puñal.
Moví los labios con intención de hablar pero ella me calló.
- Has vuelto. ¿Tienes miedo?
Seguía sin palabras, boqueando frente a ella. Siempre me pasaba lo mismo cuando la veía. Las palabras abandonaban mi mente.
Tosí. Era el momento.
- No me das miedo.
Una sonrisa con unos dientes perfectos iluminó su cara. No subió hasta sus ojos.
De pronto su expresión cambió, se volvió mucho más sombría de lo que la había visto nunca. Me dio un vuelco el corazón y se me nubló la vista.
- Deberías. Mira lo que puedo hacer.
No ocurrió nada. Se crispó. Y luego se frustró. Y luego me odió. Y luego, bueno y luego nada más.
Hablé con cautela.
- Deberías recordar que pese a lo que tu quieras, solo eres un reflejo celoso y atrapado en el interior de un espejo. Ni si quiera existes más allá de donde yo mire.








Drink her

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