domingo, 13 de noviembre de 2011

La belleza está en los ojos del que mira

Cuando el invierno llegó nos jodimos de frío. 
En el sótano donde dormías estábamos a cinco grados, casi brillabas en la oscuridad. 
Las paredes grises estaban recubiertas de humedades oscuras, y los tres ventanucos no arrojaban luz sobre nada. Tu camastro roñoso y oxidado estaba apoyado contra una de las paredes. El moviliario de la habitación se reducía a eso y a una vela en el suelo, además de un taburete en el que me sentaba a mirarte encerrados en el hexaedro de piedra.
Todo con su correspondiente humedad, que carcomía y se congelaba por las noches.
Te tapabas hasta arriba con la manta y se te salían los pies por debajo. No se que pasaba por tu cabeza en esos momentos, en silencio, mirando tus calcetines, decidiendo que parte del cuerpo preferías helarte. Luego te hacías una bola en la estrecha cama. y me mirabas en la oscuridad. Siempre en el taburete ennegrecido, en manga corta y sin zapatos, a mi el frío ya no me jode.
Estabas un poco azul a veces, con los labios de un color feisimo. 
- Ya no me acuerdo de cuando no hacía frío.
- Yo ya no me acuerdo de como encendías la vela.



I missed you so bad

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