miércoles, 11 de enero de 2012

Canadá

Cuando desperté la angustia seguía ahí.
Había soñado, como tantas otras veces, como Luther King.
Saqué de debajo de mi cama una bola de calcetines usados y me los puse casi sin ver lo que estaba haciendo.
Arrastré los pies hasta la ventana. Por un momento pensé que era de noche. Las persianas de mi cuarto son negras por dentro.
Con la mano izquierda acaricié sensualmente la pared hasta dar con el interruptor. Mi cara se contorsionó.
-Hiiiiija de puta
Todo estaba siendo juzgado por una intensa luz amarilla artificial. Apague de nuevo la luz.
Mi cerebro estaba traicionero aquella mañana.
-Persiana, persiana.
Vi mi cama demasiado apetecible como para rechazarla y me dejé caer sobre ella.
El sueño me llamaba al fijo.
Cerré los ojos, a penas un segundo.




Cuando desperté la angustia seguía ahí.
Había soñado, como tantas otras veces, como Luther King.
Saqué de debajo de mi cama una bola de calcetines usados y me los puse casi sin ver lo que estaba haciendo.
Arrastré los pies hasta la ventana. Por un momento pensé que era de noche. Las persianas de mi cuarto son negras por dentro.
Con la mano izquierda acaricié sensualmente la pared hasta dar con el interruptor. Mi cara se contorsionó.
-Hiiiiija de puta
Todo estaba siendo juzgado por una intensa luz amarilla artificial. Apague de nuevo la luz.
Mi cerebro estaba traicionero aquella mañana.
-Persiana, persiana.
Vi mi cama demasiado apetecible como para rechazarla y me dejé caer sobre ella.
El sueño me llamaba al fijo.
Cerré los ojos, a penas un segundo.






Cuando desperté la angustia seguía ahí.
Había soñado, como tantas otras veces, como Luther King.
Saqué de debajo de mi cama una bola de calcetines usados y me los puse casi sin ver lo que estaba haciendo.
Arrastré los pies hasta la ventana. Por un momento pensé que era de noche. Las persianas de mi cuarto son negras por dentro.
Con la mano izquierda acaricié sensualmente la pared hasta dar con el interruptor. Mi cara se contorsionó.
-Hiiiiija de puta
Todo estaba siendo juzgado por una intensa luz amarilla artificial. Apague de nuevo la luz.
Mi cerebro estaba traicionero aquella mañana.
-Persiana, persiana.
Vi mi cama demasiado apetecible como para rechazarla y me dejé caer sobre ella.
El sueño me llamaba al fijo.
Cerré los ojos, a penas un segundo.






Cuando desperté la angustia seguía ahí.
Había soñado, como tantas otras veces, como Luther King.
Saqué de debajo de mi cama una bola de calcetines usados y me los puse casi sin ver lo que estaba haciendo.
Arrastré los pies hasta la ventana. Por un momento pensé que era de noche. Las persianas de mi cuarto son negras por dentro.
Con la mano izquierda acaricié sensualmente la pared hasta dar con el interruptor. Mi cara se contorsionó.
-Hiiiiija de puta
Todo estaba siendo juzgado por una intensa luz amarilla artificial. Apague de nuevo la luz.
Mi cerebro estaba traicionero aquella mañana.
-Persiana, persiana.
Vi mi cama demasiado apetecible como para rechazarla y me dejé caer sobre ella.
El sueño me llamaba al fijo.
Cerré los ojos, a penas un segundo.




Nunca más me equivoqué con el interruptor y la pared.

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