martes, 12 de julio de 2011

Elegir no es una opción

Clavé los ojos en el espejo. Me devolví la mirada.
Mi cara estaba vacía. Ya no hay sentimiento. Ya no hay vida, pero sigo viviendo.
No muero, no puedo. Supongo que aquel que nunca estuvo vivo no puede dejar de estarlo.
Me pregunté por qué. 
"Mala hierva nunca muere".
Esa había sido la idea desde el principio. Abandónome a las vicisitudes diarias. Me arrastran las circunstancias.
El tiempo pasa y no me corrompo, porque no puedo.
Aquel espejo dejó de mirarme. El asco y la vergüenza me llenaban por completo. Me ahogaban, intentaban salir hacía ella. Hacia mi.
-¿Quién eres tú?, responde.- Me imitaba sin mirarme a los ojos. Sus labios se movían al compás de los mios. Lineas finas que temblaban ligeramente al final de cada palabra. Aguardando al infinito con un entusiasmo inusitado.
-¿Quién te crees que eres? Tan guapa, tan fría, tan muerta. Muerta como tus miedos, inquietudes, metas. No eres nada más que mi reflejo.
Las lágrimas caían de nuestros ojos y ella evitaba mis pupilas.
-Mírame a los ojos cuando te hablo.- Ladeé la cabeza. 
- Zorra.
Ella reaccionó. Buscó mis ojos entre el cristal que separaba su mundo y el mio. Me miré, me miró. Sus ojos eran el abismo. La oscuridad me absorbió. Me levanté del asiento con las manos aún aferradas a la silla. Pegué mi cara contra la lisa superficie y me leí los labios.
"Mala hierva"








The best place to be.

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