miércoles, 20 de julio de 2011

Quiero y no puedo pensar

El atardecer caía con aplomo y empujaba el sol hasta hundirlo entre la penumbra de la noche.
Esas luces crepusculares entraban por la fina ventana de tu habitación casi con pereza, disimuladamente. El monstruo estaba al acecho y no podías evitarte.
Tu llevabas horas haciendo cosas por tu cuarto. Habías robado una cinta adhesiva de color blanco y estabas tapando el espejo de pie apoyado en tu pared. Riiisssssss (trozo de cinta que se despegaba, desprendiendo cierto olor a plástico nuevo). 
Estabas casi sin ropa, murmurabas cosas sobre la verdad al desnudo. Cierto miedo te recorría al saber que junto con la noche iban a llegar tus miedos. 
Cuando acabaste dejaste un único agujero sin cubrir. 
Con sigilo y cautela avanzaste hasta él y miraste al interior.
Hiciste extraños movimientos para intentar ver a través del agujero como eras, pegándote mucho al frío cristal desconociendo la gravedad de tus actos.
Te fuiste alejando hasta que tu cara cupo en el orificio.
Y llegó el fin de la eternidad.





Para siempre es mucho tiempo

No hay comentarios:

Publicar un comentario