domingo, 24 de julio de 2011

Avenidas

Una habitación llena de papeles tirados por el suelo, cajas volcadas, vasos medio vacíos, ropa amontonada, encerraba a una mujer que rebuscaba frenéticamente entre sus objetos.
Temblaba y lloraba, de vez en cuando paraba para respirar. Los nervios se habían apoderado de ella. Tiraba folios rotos, cristales y botellas.
Mazzel entró en la habitación y Ella se quedó helada. Un sollozo interrumpió el sonoro silencio que se había apoderado de la situación.
Se apoyó en el quicio de la puerta mientras Ella se daba la vuelta despacio.
-Siempre te ha gustado el desorden.
Mazzel dirigía miradas de desprecio contra todos los objetos que se amontonaban en las esquinas. Alzó su mano cerrada hacia Ella. La abrió con un movimiento sinuoso y una cadena de la que pendía una moneda se deslizó entre los dedos de Mazzel.
Un grito desgarrador retumbó en la sala. Ella tenía los ojos desencajados y miraba la moneda con un ansia mal disimulada. Se le crisparon los dedos. Se le secó la garganta.
- Es mio, dámelo.
Acto seguido Mazzel desprendió la moneda de la cadena y se la tragó. Se oyó como chocaba con algo en el interior de su estómago.
Ella se agachó y se quedó muy quieta. Unos segundos mas tarde sus ojos se perdieron en el infinito.
Mazzel dejó caer la cadena sobre el cadáver.
Sacó la lista y tachó otro nombre.
- Y luego dicen que la venganza no es buena.







She's not a singer

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