lunes, 9 de mayo de 2011

Kenny, hoy es para ti.

Era el tercer cadáver de la semana. Era bastante raro que muriera tanta gente seguida. Mas trabajo, mas dinero. En la funeraria que hacía esquina con tu calle y la mía, allí estaba trabajando una mujer de pelo negro. Llevaba ahí toda su vida, no conocía otro empleo. Vestía, peinaba y maquillaba cadáveres.
Aquel tercero era de una chica, mas o menos de su estatura y edad. Que belleza.
Empezó a sacar de su estuche una serie de tarros de maquillajes color tierra. Una esponjita, una espátula, un peine... Lo preparó al lado del cuerpo.
Veía belleza en esos cuerpos congelados en el tiempo por un breve periodo. Así se va a quedar, sin envejecer mas, solo se va a descomponer.
Se arremangó y se situó sobre ella. De pronto su corazón dio un falso latido al ver que aquel muerto abría los ojos con espanto.
Se separó rápido del cadáver, mientras ella se sentaba en la camilla de metal. Estaba cubierta con una sabana blanca. Ella pareció percatarse.
- Debes estar confundida, creo que quizás.. quizás estabas en coma.
- mmm...
La mirada de aquella muerta hizo que cayera una lagrima de su ojo izquierdo. Se retiró mas, alejándose de su visión perturbadora. Dio contra el ataúd de la chica.
- Ahí encima esta tu ropa. Me la trajeron esta mañana.
- ¿Sabes que no tengo familia cercana?
- A tu funeral iba a ir mucha gente, ahora se alegraran de tu vuelta.
- Tengo que morirme hoy. Pero me niego a ser un cadáver.
Dicho esto, agarró una botella de alcohol de quemar, de esas antiguas de cristal grueso.
Un seco golpe en la cabeza de la maquilladora, un cambio rápido de ropa. Misma estatura, misma edad.
Dos días mas tarde, aquella chica que solo maquillaba muertos, despertaría maquillada, tumbada sobre un blando lecho. Nunca llegó a saber que estaba maquillada, através de las tapas de un ataúd no entra luz suficiente.

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