martes, 29 de marzo de 2011

Mentir es una palabra muy fea

Ella estaba despierta antes de que sonara el despertador. Miraba al techo con los ojos entornados. Tenía sueño pero no iba a dormirse. Había tomado ácido. Un mal viaje.
De pronto sintió náuseas. Se levantó corriendo en dirección al baño, pisando unos cristales rotos de lo que parecía una botella de alcohol. También pisó a alguien que gimió.
Sentía como subía el día anterior entero por su esófago. Se llevó la mano a la boca y con la otra intentó abrir la puerta de su baño. Había sangre por el suelo. Un hombre que solo llevaba una camiseta con una bandera de un país escandinavo dormía no muy plácidamente en el interior de la bañera.
Su fiesta estaba ahora mezclándose con agua del váter. Tampoco había gran cosa que eliminar de su cuerpo.
- Es gracioso que te hayas puesto el despertador a las cuatro de la tarde.
Escupió con desgana y se dispuso a mear. Cayeron hasta los tobillos. Se miró los dedos de los pies y se acordó de los cristales que había pisado.
- Es gracioso que estés durmiendo en mi bañera y que te falte la mitad de la ropa.
- Me llaman por mi nombre.
El desconocido sonreía desde el fondo de la bañera, como si fuera agua que se va por el sumidero. 
- Que suerte, eso es algo natural.
Ella se levantó y se metió dentro.
- ¿A ti no te llaman de ninguna forma?
- Cuanto menos sepan de ti, más a salvo estarás.
Sacó una cajetilla de tabaco del interior de su sujetador, colocó un cigarrillo en su boca y otro en la del desconocido. Ambos se apoyaban en la pared del fondo y sacaban las piernas por delante. 
-¿No tienes mechero?
- No, imagina que está encendido.
- Esto seguro que da cáncer.






People are strange

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