domingo, 27 de marzo de 2011

Todo lo hago porque te quiero

- Hola, estoy borracho. No quiero cruzar la calle porque la muerte lleva buscándome media jodida hora.
Al verte así, pensé que tenía que dejarte pasar.
- No se puede matar a alguien que ya está muerto, o que por lo menos huele como tal.
Tu cara era un poema, así que para que no me lo recitaras te dejé pasar. Entraste lento y te apoyaste en mi. No olias tan mal como pensaba, y no estabas tan borracho como decías. De todas formas te llevé al baño para que vomitases, o meases o simplemente te pudiera perder de vista mientras pensaba que hacer contigo. 
Cerré la puerta cuando entraste y me sente delante. Nada mas entrar measte, y despues vomitaste. 
- Vaya pleno colega.
Te reiste como un perrillo y oí como encendías el grifo de la ducha. Tus ropas se arrugaron al caer al suelo. Maldeciste en voz baja porque te habias congelado el pie con el agua de la ducha que aun salía gélida. 
La que se rió ahora fui yo. Después de dos minutos aproximados me llamaste para que entarara. Ya habias decidido que hacer conmigo antes de que yo me decidiera, así que entré sin pensarlo.
Al cabo de media hora, mientras dormías en el colchón sin sábanas, miré por la ventana. Allí estaba la muerte, que me saludó con su mano huesuda y blanca, se sentó con su negro manto en la parada de autobus que te llevaría a tu casa.
Ese fue el momento en el que decidí que no ibas a salir de aquí hasta que yo quisiera matarte.





It's a shame.

1 comentario:

  1. la muerte puede sucedernos de muchas formas distintas. la última frase es un tanto escalofriante. pero me gusta.

    ResponderEliminar